José María Wilford Nava Townsend

Nombre: José María Wilford Nava Townsend
Edad: 53
Género: Masculino
Nacionalidad: Mexicano
Institución de Educación Superior
Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana

Cuéntanos tu versión de la cuarentena, ¿cómo la sobrevives?

En casa, trabajando a distancia gracias a que tengo los medios, y estoy empleado en una Institución de Educación Superior que me los facilita por una parte, y me capacita por otra. Con la familia. Mis hijos continúan también sus estudios a distancia… Dos su respectiva carrera en la IBERO, otro la secundaria en un colegio privado… Mi esposa, que comparte profesión de arquitecto, pero no se dedica como yo a la docencia, y su trabajo se enfoca en el proyecto arquitectónico y construcción a pequeña escala, no puede trabajar en ello porque todos sus clientes han suspendido tanto proyectos como posibles obras. Así, nuestro ingreso se reduce a la mitad, pero también hemos reducido importantemente gastos, en especial, todos los referentes al traslado.

La cuarentena nos permite reencontrar espacios de relación ciertamente… y de trabajo en casa. La empleada que nos asistía en esas labores, se fue a su pueblo al iniciar la cuarentena para estar con su familia, así que ahora todos tenemos que colaborar… y dada la reducción de ingreso, no sabemos si la podremos recontratar, lo cual implica reproyectar nuestra forma de vida en adelante tanto por esta, como por muchas otras razones.

No nos visualizamos hacia el momento en que todo vuelva «a la normalidad» pues no será así. Desde luego, llegará el momento de recuperar actividades externas, pero no será como antes. Cientos, miles, habrán quedado sin empleo y la lucha por la sobrevivencia cotidiana será dura. Es posible encontrar escenarios de desesperación, violencia y confrontación… así es una etapa de sobrevivencia… pero también es posible construir escenarios de confianza, solidaridad, regeneración.

¿Cómo podrían las universidades crear redes de solidaridad y apoyo para sus comunidades y sus sociedades, a partir de esta experiencia y nueva manera de entender las relaciones?

Las Universidades, ya antes de la pandemia, están en un momento de crisis y transformación. Es necesario reinventar la forma en que enseñamos, en que aprendemos, en que generamos conocimiento y en cómo lo aplicamos.

Desde hace tiempo y lo he repetido en cada foro que puedo, creo que la Universidad debe comenzar a desenclaustrarse, a incrementar la cantidad de experiencias de campo que puedan ser útiles para la sociedad en general, y para las estructuras sociales de mayor fragilidad.

Aprender trabajando por proyectos, abiertos, inter y multidisciplinares, donde el conocimiento se configura integralmente entre el pensar y el hacer, la simultaneidad de requerir soluciones y el proceso creativo de buscarlas y encontrarlas.

La Universidad debe renunciar a las fórmulas únicas de éxito para asimilar un mundo en constante transformación. Debe formar para y hacia la vida y sus variables, y no para una profesión específica y definida a partir de prejuicios del pasado.

Cuando enuncio esto, me encuentro inevitablemente con colegas que creen que desestimo los conocimientos técnicos… nada más equivocado. Por el contrario, la práctica profesional combinada con la docencia, me hay llevado a la convicción de que los saberes técnicos solo pueden convertirse en conocimiento, cuando se aplican cotidiana y repetidamente.

Así, las aulas deben transformarse en espacios de laboratorio que investiga dentro de ellas, pero que aplica afuera, y que disemina el conocimiento, más allá de sus propios estudiantes.

Casi todas las Universidades cuentan con una amplia capacidad de gestión social, a través de sus programas de Servicio Social y de las iniciativas colectivas o individuales de sus docentes. Ahora se suma una serie de generaciones que son mucho más activas en ese sentido, a través de el manejo de herramientas que comunican a distancias y cantidades insospechadas anteriormente… pero ojo, ya que quienes quedan fuera de la capacidad de adquisición o manejo de dichas herramientas, pueden fácilmente convertirse en los grandes marginados del cambio. A partir de ese análisis crítico, las instituciones deberán reconfigurarse formativa y administrativamente.