Isabel Preciado Santa Ana
Colima, col, México
17 años
Nacionalidad mexicana
Tecnológico de Monterrey
Preparatoria
130 días sin asistir a la escuela
Los salones de clase han sido sustituidos por alguna mesa, escritorio, alfombra o cama. El bullicio de los pasillos, cafeterías y áreas de verdes, por voces que emergen de dispositivos electrónicos. Los abrazos, saludos y juegos, por el tacto de pantallas y teclas de computadoras. Hogares donde los estudiantes de todo el mundo se resguardan del letal coronavirus, se han transformado en los nuevos centros de enseñanza, y el horario académico en vez de transcurrir en sitios diseñados para una colectividad, transcurren en espacios, reflejo de las circunstancias y gustos personales. Desde una mexicana en Nueva York, hasta un ugandés en Krasnoyark, Rusia y desde ingeniería biomédica hasta enseñanza del arte, este proyecto nos abre la puerta a la intimidad de los oasis de aprendizaje de estudiantes universitarios o de educación media superior, que estuvieron o están actualmente en confinamiento domiciliario por la pandemia de COVID- 19. |
En el comedor de mis abuelos instale mi área de trabajo para así poder tomar clases virtuales sin distracciones, ya que a veces mi hermano menor quería asomarse a la cámara de mi lap – top y saludar a mis compañeros.
Junto a la ventana hay un ventilador, elemento fundamental para poder tomar clases cómodamente, ya que Colima es un lugar muy caluroso.
En mi caso me pareció muy pesado el estudio en confinamiento domiciliario: mi horario de clases comenzaban a las 10:30 am y terminaba 3:30 pm con solo un pequeño receso de 30 min en el cual trataba de descansar mis ojos de la computadora. El proceso de aprendizaje fue muy diferente ya que necesité incrementar mi nivel de concentración pues se presentaron distractores, que en un salón de clases no hay.
Nuestros exámenes y trabajos finales fueron en línea, por ello pasaba gran parte del tiempo frente a la computadora, ya que acabando mis clases tenía que continuar con la tarea. No estaba acostumbrada a pasar tanto tiempo frente a una pantalla y tuve que aprender a trabajar en un entorno con recursos diferentes.
Lo que más extraño de la escuela es poder ver a mis compañeros e interactuar de manera afectiva con ellos y no solo por medio de una video llamada, aunque creo que con la llamada “nueva normalidad” esto no será posible tan pronto.
Sin embargo no todo ha sido malo, hemos retomado hábitos como el comer todos juntos en familia ya que antes por el trabajo de mis papás no era posible.