Karen Silva Mora

Karen Silva Mora
Ciudad de México; México
31 años
Nacionalidad mexicana
Harvard University
Maestría en derecho
130 días sin asistir a la universidad

 

Los salones de clase han sido sustituidos por alguna mesa, escritorio, alfombra o cama. El bullicio de los pasillos, cafeterías y áreas de verdes, por voces que emergen de dispositivos electrónicos. Los abrazos, saludos y juegos, por el tacto de pantallas y teclas de computadoras.

Hogares donde los estudiantes de todo el mundo se resguardan del letal coronavirus, se han transformado en los nuevos centros de enseñanza, y el horario académico en vez de transcurrir en sitios diseñados para una colectividad, transcurren en espacios, reflejo de las circunstancias y gustos personales.

Desde una mexicana en Nueva York, hasta un ugandés en Krasnoyark, Rusia y desde ingeniería biomédica hasta enseñanza del arte, este  proyecto nos abre la puerta a la intimidad de los oasis de aprendizaje de estudiantes universitarios o de educación media superior, que estuvieron o están actualmente en confinamiento domiciliario por la pandemia de COVID-  19.

 

Soy una persona dispersa, con problemas para concentrarse, por ello, el lugar para realizar mis actividades académicas debe tener ciertas características que ayuden a mi cerebro a estar concentrado: luz cálida, un espacio amplio y un ambiente acogedor en el que este cómoda y tranquila, pero sin sentir que estoy en casa, .pues esa sensación hace que me distraiga. Antes de que comenzara la cuarentena las múltiples bibliotecas de la universidad o los cafecitos de los alrededores eran el lugar perfecto.

Llevo dos años estudiando en el extranjero, pero la cuarentena  me atrapo durante las vacaciones de primavera, en la CDMX, por lo que tuve que encontrar un espacio que me permitiera continuar mi maestría.

En un cuarto soleado, instalé una mesa alta que mi novio tenía guardada, una silla  que tome prestada de casa de mi mamá y una plantita que compré para darle un poco de vida. Reciclé libretas que tenía guardadas para hacer mis notas y escribir mis listas de pendientes.

Decidí que este sería mi espacio para estudiar, pero solo para eso. Quise separar mi espacio personal del lugar que ocupo para trabajar, estrategia que funcionó bastante bien: pasaba horas y horas en mi cuartito y al final en mi sala o mi cama distanciada de mis preocupaciones escolares.

Creando este espacio personal me ayudo a superar la ansiedad de no tener cerca a mis amigos para estudiar y descansar juntos.

En este lugar siempre estoy acompañada de música, una deliciosa taza de café, mis plantitas y la mesa alta que resulto ideal para no estar sentada todo el día. Al final, trabajar en pants todos los días no está tan mal.